–¿Qué le parece si hacemos la entrevista en el café de enfrente en vez del laboratorio?
–Ah, me parece perfecto, me encanta el café. Aparte, es en el café donde surgen las ideas.
–Es lo que siempre digo yo. Vamos a ver, cuénteme la marcha de su investigación.
–Bueno, desde hace un tiempo estuvimos investigando efectos de esteroides en lesiones del sistema nervioso central, y también colaboré con una
línea de neurodegeneración. Pero desde hace algunos años me focalizo en los mecanismos que inician y mantienen el dolor neuropático, justamente
en este tipo de lesiones.
–¿Qué es el dolor neuropático?
–Es un tipo especial de dolor crónico, que está relacionado con una lesión directa del sistema nervioso. Pueden ser lesiones centrales (la médula
espinal o el cerebro) o también periféricas (los nervios). Hay que distinguir entre lo que es el dolor neuropático y lo que es el dolor agudo.
Por ejemplo, cuando uno se quema o se pincha, estamos hablando de dolor agudo. Ese tipo de dolor es algo completamente adaptativo, porque nos
mantiene alejados de las cosas que nos lastiman. El estrés agudo, incluso, puede operar como analgésico. Pero el estrés crónico no. Tiene un rol
más controversial y podría exacerbar muchas de las patologías que están relacionadas con el dolor.
–¿Y el estrés qué es?
–Como respuesta aguda, es un mecanismo adaptativo: se liberan sustancias que permiten al organismo aumentar su capacidad para enfrentar una
situación puntual. Pero el estrés crónico dispara un montón de reacciones en el organismo que dejan de ser favorables. Eso se ha visto con el
dolor crónico: el dolor crónico es un estrés. En estudios recientes se ha demostrado que las personas que padecen dolor crónico presentan
regiones cerebrales más activadas que las de personas que no tienen dolor crónico.
–¿Y por qué tienen dolor crónico?
–De nuevo: si es neuropático, por lesiones asociadas con el sistema nervioso. Pero hay otros tipos de dolor crónico que no tienen relación con el
sistema nervioso, o no se sabe todavía. Por ejemplo, la fibromialgia. Es una enfermedad músculo-esquelética cuyas razones todavía no se conocen
bien. Nosotros estudiamos justamente los mecanismos que pueden iniciar o mantener el dolor crónico, que es una especie de sistema mal adaptado
para el organismo.
–A menos que la fuente del dolor sea crónica también...
–Claro, pero muchas veces en el dolor neuropático lo que sucede es que la lesión se resolvió y sin embargo se modificó el sistema nervioso, de
manera que se amplifican señales. Entonces en los pacientes con dolor neuropático muchas veces se suele encontrar lo que se llama alodinia:
estímulos que no son normalmente dolorosos causan dolor. Esas personas no pueden vestirse, una brisa les causa dolor... El sistema nervioso
amplifica señales que no deberían ser dolorosas porque hay una excitabilidad de las neuronas implicadas en la transmisión del dolor. Pero no sólo
las neuronas están participando. Las últimas investigaciones están centradas en las células de la glia, como los astrositos y la microglia. Son
células que cumplen una función muy importante, como por ejemplo mantener la homeostasis. Cuando hay una lesión, estas células de la glia se
activan demasiado y liberan factores que pueden influenciar a esas neuronas para que se exciten más de lo que correspondería.
–¿Y por qué pasa eso?
–El dolor neuropático no tiene funciones adaptativas. Es un síndrome, no tiene función en sí mismo, como el dolor agudo. Y no involucra solamente
un aspecto físico sino también emocional. Los pacientes con dolor crónico tienen también depresión, ansiedad, irritabilidad.
–Doctor House.
–Exactamente.
–¿Qué es el dolor?
–Hay una definición: es una experiencia compleja que involucra un aspecto sensitivo y un aspecto emocional.
–Pero, ¿qué es lo que ocurre químicamente?
–Se liberan factores proinflamatorios en las terminales. El estímulo que recibió va por las terminales libres hacia la raíz dorsal de la médula,
ahí contacta con el cuerpo de la neurona, que a su vez envía las proyecciones a la médula espinal. Ahí llega al asta dorsal, donde están las
neuronas encargadas de recibir la información y mandarla al cerebro. En el cerebro se integra el aspecto cognitivo: se discrimina qué tipo de
dolor es, qué reacción va a tomar uno frente a ese dolor. También el cerebro modula por vías descendentes el dolor.
–Responde con algo.
–Sí. Es una respuesta inhibitoria: son moléculas (endorfinas, serotonina). Los antidepresivos no solamente funcionan a nivel emocional o
cognitivo sino que también tienen un efecto analgésico, porque mejoran la serotonina.
–Yo siempre digo que un investigador es un ignorante profesional porque si lo supiera todo no tendría que investigar. Entonces le
pregunto: ¿qué es lo que usted no sabe de esto que está investigando? ¿Y qué es lo que quiere averiguar?
–Lo que no sabemos es la cantidad enorme de mecanismos que se disparan por consecuencia del dolor; y por eso, creemos, es tan difícil modularlo.
El dolor neuropático es muy resistente a los tratamientos que se proponen. Este tema de la glia que le comento es importante, porque
tradicionalmente siempre se atacaba a nivel neuronal. Lo de la glia nos permite apuntar también ahí como target terapéutico.
–¿Y qué cambios tienen las células de la glia que provocan este dolor?
–Se hipertrofian, aumenta su número, se ramifican...
–¿Y por qué se activan?
–Algunos mecanismos, en un principio, tienden a ser reparadores. Lo que pasa es que en el largo plazo no funciona.
–¿Y cómo se mantuvo evolutivamente, siendo tan poco adaptativo?
–No lo sé. La verdad es que no lo sé.
–¿Y en los animales ocurre eso?
–Nosotros estudiamos sobre modelos experimentales de animales. Son modelos que reproducen la sintomatología de pacientes que tienen dolor
neuropático.
–¿Es muy doloroso para los animales?
–Bueno, es un poco doloroso. Los estudios más dolorosos para los animales nosotros no los empleamos, porque nos focalizamos en los procesos de
alodinia que le comentaba más arriba. Los experimentos que hacemos son éticos, el animal es tratado con respeto. Y nosotros lo que estudiamos es
si podemos modular ese dolor.
–¿Y los placebos pueden modular el dolor?
–Bueno, hay casos en que se demostró que el placebo calma el dolor. Hay una publicación reciente sobre la acupuntura...
–¿Puede tener algo de verdadero el tratamiento de la acupuntura?
–Yo creo que si se le saca todo lo místico (lo de los centros de energía, y los flujos), puede llegar a haber estimulaciones locales que alienten
la liberación de sustancias capaces de modular el dolor. El problema habitual es que esas terapias alternativas retrasan el acercamiento al
médico.
–¿Y encuentran resultados en sus investigaciones?
–Sí, los encontramos. Pero después de los estudios animales deben pasar a los ensayos clínicos con pacientes. Y ahí es donde muchos de los
fármacos se dan de narices.
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