LOS SACERDOTES VUDU DENUNCIAN A LOS MISIONEROS CRISTIANOS
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Desde Puerto Príncipe
Todas las noches, Monique Henri le da gracias a la deidad vudú Ogu Feray, en un santuario de su casa, por haberle ahorrado el sufrimiento de su familia durante el terremoto. Monique solía asistir regularmente a la iglesia cristiana local, pero en estos días va cada vez menos. El desastre movió al vudú al centro de la escena. La desvastación en Haiti llevó a que muchos busquen consuelo en la fe y el misticismo, mientras que otros se han volcado hacia la antigua religión. El día de la calamidad, como lo llaman los haitianos, fue recibido por algunos fundamentalistas cristianos como un castigo divino más que con compasión. Pat Robertson, ex candidato presidencial y guía espiritual de la derecha republicana, declaró que los miles de muertos y heridos obtuvieron lo que se merecían porque habían hecho “un pacto con el diablo.” Los sacerdotes vudú denuncian, a su vez, que los misioneros cristianos fomentan la adopción de niños haitianos como una forma de evangelizarlos.
Como secuela del sismo, la isla recibió una oleada de organizaciones religiosas: cristianos, judíos, musulmanes y hasta sijs se agolparon en su mayoría ofreciendo ayuda, pero algunos simplemente se dedicaron a hacer proselitismo. La Iglesia de la Cientología tuvo el perfil más alto, con uno de sus miembros más prominentes, la estrella de Hollywood John Travolta, volando en su jet privado con cantidad de provisiones y acompañando por voluntarios. Un grupo llamado “La fe viene por escuchar” envió 600 Biblias electrónicas alimentadas por energía solar mientras que la Iglesia del Verdadero Camino recomendó a los haitianos purgarse a sí mismos mediante el ayuno –algo que muchos ya están haciendo, aunque involuntariamente–.
Sin embargo, los extranjeros tienen serios problemas para competir con el vudú, una fusión de religiones africanas con la cristiana que remonta sus orígenes a la población esclava. Como dice el conocido refrán haitiano, las personas acá son un “60 por ciento católicas, 40 por ciento protestantes y 100 por ciento vudú”. “Si todo está bien, van a la iglesia”, dijo Pierre André Laguerre, párroco de la iglesia de Santa Bernardita en Puerto Príncipe. “En cambio, si algo malo les está pasando, recurren al sacerdote vudú por ayuda.”
Clavius Philisquer, de 72 años, señala que “el vudú es parte de nuestra historia, de nuestra cultura. Nos unió cuando peleamos en la guerra de la independencia contra los franceses. El vudú le dio poder a la gente negra, es por eso que algunos países occidentales dicen cosas malas sobre esta religión. Yo vi cómo los luas pueden curar a las personas que se han convertido en enfermos mentales por estar poseídos. Esto es real.”
Max Beauvoir, jefe hungan, o sacerdote en la jerarquía vudú, está ocupado en su casa en Mariani, cerca de Puerto Príncipe, distribuyendo bolsas de arroz a sus seguidores. “Estamos siendo discriminados. La distribución de ayuda está siendo llevada adelante por protestantes norteamericanos que parecen haber tomado el control del aeropuerto.” Beauvoir, de 75 años, es un bioquímico entrenado en La Sorbona y en Nueva York. “Hemos sufrido la versión hollywoodense del vudú, con sacrificios de sangre y alfileres metidos dentro de muñecos. Ellos tratan de denigrarnos. El hombre que se convirtió en presidente habló de la ‘economía vudú’ y dejó a Norteamérica con uno de los peores déficit en sus historia”, espetó haciendo referencia a George W. Bush.
“La forma en que los misioneros cristianos están haciendo su conversión está mal. Están yendo detrás de las personas más vulnerables. Están yendo detrás de los niños. ¿Por qué crees que quieren tener a tantos de nuestros niños en adopción?”
Las Naciones Unidas y otros organismos advirtieron sobre un incremento en el tráfico de niños. Nadine Perrault, oficial de protección de la infancia de la Unicef para la región, aseguró: “Esta es una enorme oportunidad para el crimen organizado. Hay muchísima evidencia de que los traficantes se están moviendo rápido y usando todo tipo de medios.” Un cura canadiense, Pastor Noel Asmonin, detalló en días pasados cómo le habían ofrecido un niño por 50 dólares en un campo de refugiados.
Entretanto, la creciente ira haitiana frente al secuestro de sus niños fue alimentada por el arresto de diez baptistas norteamericanos en Puerto Príncipe, mientras trataban de cruzar a 33 niños de entre 7 meses a 14 años de edad hacia la República Dominicana.
Las autoridades de Haití aseguraron que el grupo, con base en Idaho, no contaba con ningún permiso. Tras los hechos, el gobierno haitiano ahora pide la autorización personal del primer ministro, Jean Max Bellerive, para el traslado de cualquier menor. Defendiendo el accionar de la organización, su líder, Laura Silsby, señaló: “En este caos estamos tratando de hacer las cosas bien”. Por su parte, Sean Lankford, de Meridian, Idaho, aún espera por que su esposa y su hija de 18 años declaren ante la corte por los cargos de tráfico. “Nada puede estar más lejos de la verdad. Los niños iban en busca de la ropa, el alimento y el amor que tanto necesitan”, protestó.
Al mismo tiempo, las autoridades norteamericanas impusieron restricciones para el traslado de nuevos refugiados, pero el personal médico que trabaja en Haití advirtió que la única esperanza para la supervivencia de muchos pacientes críticos reside en su traslado a un hospital en Estados Unidos. El doctor Barth Green, que vino desde Miami, aseguró: “Tenemos a cientos de pacientes que morirán en uno o dos días si no reciben evacuación médica”. Su colega, el doctor David Pitcher, señaló a la niña de cinco años, Betina Joseph, quien sufre de tétanos y espera recostada en una cuna con moscas volando a su alrededor. “Si no podemos sacarla ya mismo, no la vamos a poder salvar.”
Algunos asistentes humanitarios evangélicos aprovecharon los informes que señalan que “el lado oscuro del vudú” empezó a mostrarse. Una creencia prevalente es que un hombre lobo emergió de las entrañas de la tierra rota buscando a los humanos como presa. Patrullas nocturnas se han organizado en algunos barrios contra los espíritus malignos mientras que hubo varias denuncias de linchamiento en el campo de refugiados de La Grotte.
Antony Pascal, hungan en la capital, Puerto Príncipe, explicó que “el vudú no es sobre magia negra. Es una combinación de varias religiones incluyendo al cristianismo, la cual comenzó como una reacción a la brutalidad de la esclavitud. No busca lastimar a la gente, sino ayudarlos y protegerlos. Tenemos un montón de creencias que el hombre moderno debería ver. Por ejemplo, creemos que los árboles tienen espíritu y que por ello no deberíamos lastimarlos sino todos nosotros sufriremos. Acá tuvimos la deforestación y la ecología sufrió”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/139399-45029-2010-02-01.html
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