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“El verano pasado, en colaboración con el Ministerio de Turismo de la Nación, desarrollamos la primera experiencia en el mundo de turismo para familias con chicos autistas –contó Claudio Morgado, titular del Inadi–. Fue en Embalse Río Tercero, Córdoba. A las familias con chicos con autismo les es muy difícil ir a centros de recreación comunes: los lugares no están acondicionados, y las familias quedan sometidas al estrés crónico de que alguien debe estar todo el tiempo haciendo de enfermero. Nos interesó ver qué pasaba si generábamos un ambiente de distensión, haciendo intervenir personal preparado para estas situaciones.”

“Encontramos que los padres, los hermanos, podían así vincularse con la persona con autismo, quizá por primera vez. Una chica de 16 años, autista, después de una semana, estando en la pileta, por primera vez pudo decirle a la madre: ‘Mamá’; y la madre quedó muy conmovida. Otro, un hombre de 28 años, por primera vez nadó en la pileta junto a su padre”, contó Morgado.

Débora Feinmann –de la entidad Padres de Hijos con Autismo– observó que “nuestros hijos necesitarán estímulo de por vida, tanto para adquirir más habilidades como para no perder las que han adquirido”. Y llegó a decir lo más difícil: “También tendría que haber residencias para adultos, porque no hay lugares donde ellos puedan estar cuando ya no estemos. No sabemos qué pasará cuando ya no podamos cuidar de ellos”.


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/165332-52863-2011-04-01.html

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