EL ENTUSIASMO POR LA MATEMATICA


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“No sé cómo contestar eso”, se evade Adrián Paenza cuando se le propone especular sobre los motivos del éxito mediático de algo tan eterno y generalmente resistido como las matemáticas y las ciencias exactas. A cinco ediciones de su serie best seller Matemática... ¿estás ahí?, a cuatro temporadas de Alterados..., a nueve de Científicos Industria Argentina, y toda otra tanda de programas y productos de la industria cultural que convocaron a científicos a la televisión, los diarios, la radio. “Hay muchas cosas que están pasando con la difusión de la ciencia en general y la matemática en particular”, comenta. Tan intenso es el interés que, tras años de publicar en una misma editorial, el matemático más célebre de la tevé argentina está mudándose de editorial, porque “me di cuenta de que la necesidad que parece tener la gente por leer este tipo de cosas es una oportunidad para toda la gente que hace matemática y quiere difundir la ciencia”. El, que todavía no se repone de haber visto un libro suyo editado en la República Checa (“es insólito: veo mi nombre en la tapa, pero ¿cómo sé yo qué dice adentro?”), está convencido de que todavía “esto puede hacerse más grande, puede crecer”.

–Fijate en los diarios de Argentina –sugiere–. Hace algunos años no había lugar para hablar de ciencia. O si había, se reproducían notas de agencias internacionales. Ahora todos los diarios tienen al menos un especialista, y cada uno publica notas propias. Por alguna razón los editores quieren eso y los diarios se dan cuenta. A mí me sigue pareciendo curioso que una vez por semana Página/12 publique una contratapa mía sobre un problema matemático.

–Una vez comentó que la diferencia podía verse claramente por un artículo publicado hace como veinte años, que pasó sin pena ni gloria.

–Fue el 5 de febrero de 1988. Me acuerdo perfecto. Ese día, apareció en la página de las editoriales de Clarín un artículo mío, que me había pedido Carlos Ulanovsky. Me había dicho que escribiera un artículo en defensa de la matemática. Y el artículo empezaba: “Matemática, ¿estás ahí? No, me estoy poniendo las preguntas...”. En el texto conté cosas que ahora desarrollo en los libros y en los programas. Pero en 1988, al día siguiente de que saliera publicado, no me llamó Ulanovsky para contarme que habían reventado los teléfonos de la redacción. A veces pienso que si hubiera escrito el primer libro de la serie hace veinte años, posiblemente no hubiera llegado a sacar cinco libros y no estaría pensando que se traducen a idiomas que desconozco. No lo digo por ególatra, sino porque las traducciones indican que no pasa solamente en Argentina esto, que hay una avidez por encontrar algo. Hace poco, me llamaron de Canal 13 porque querían que hiciera una columna sobre matemática o educación en Telenoche. No acepté, pero eso demuestra que sí hay avidez por el tema. De todas maneras, insisto: no sé qué decir porque es algo que no sé mirar. Pensarlo sería como tratar de describir algo que hago mientras está sucediendo.

–¿Recuerda casos de otros países donde conozca este interés tan fuerte de los medios por estos temas?

–En el mundo que me rodea a mí sí, pasa, pero tendría cuidado en generalizarlo, porque uno se genera un microclima. Uno a veces cree que lo que pasa alrededor de uno pasa en todo el mundo. Pero sí creo que hay una tendencia que antes no existía. A veces, cuando bajamos de la camioneta, cuando llegamos a un lugar para grabar el programa, nos reciben casi como si fuéramos una banda de rock. En Wilde nos habían recibido hasta con un pasacalles, y había mucha gente del barrio esperando muy contenta. En Uruguay, Alterados... se ve por tevé abierta y le va muy bien. Es como una caricia al corazón para nosotros, porque yo soy la cara visible de un grupo de personas que labura con entusiasmo. Somos un equipo y estamos pendientes de que el programa salga bien. La productora, los directores, los demás chicos del equipo, ninguno es matemático, pero se interesan, me discuten cosas de matemática, cómo decirlo, qué decir... Es una época maravillosa.

–El interés que despertó en la escuela la llegada del equipo no era sólo por la televisión. Los chicos y las chicas participaban, querían jugar con las matemáticas.

–La televisión es esencial, pero en un doble sentido. Quiero decir: los chicos estaban entusiasmados porque se querían sacar fotos conmigo; y yo estaba entusiasmado porque quería sacarme fotos con ellos. No es algo unilateral. A mí también me pasan cosas con esto. No soy alguien que va y repite el libreto que escribió otro: mi guión lo pienso yo. Tengo un compromiso con esto. Es mi vida, no tengo otra vida. Por eso es maravilloso ver la reacción de los chicos, de las maestras, los profesores, el director, que todo el mundo esté involucrado y salgan las cosas bien. Estamos viviendo algo especial. Qué es, ya no lo sé.

–¿Es muy diferente preparar un programa que preparar una clase para la facultad?

–En realidad no. Es un desafío, pero el teorema de Pitágoras es el mismo en los dos ámbitos. Cuando lo tengo que contar, lo cuento de la misma forma. Sí puede ser un desafío mayor contar cosas de matemática que parecen de la facultad a niños de primario y secundario. O mejor, olvidemos el colegio: contar eso aun para públicos que no necesariamente están en un contexto académico. Yo muchas veces doy charlas a gente que no tiene nada que ver con la academia. Es un desafío para mí mostrar cómo hay cosas alrededor que la gente no necesariamente advierte y que tienen que ver con la matemática en la vida cotidiana.


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/166432-53109-2011-04-17.html

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