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Revestida de adjetivos elogiosos, la crítica siempre será anhelada, celebrada, agradecida. Caso contrario, cada línea estará infectada de malicia y falta de criterio. Los términos medios no abundan en una ciudad donde la relación entre periodistas y actores culturales no se genera sólo en el ámbito de la comunicación: en ocasiones el vínculo se construye desde el propio terreno creativo. Músicos cronistas. Periodistas actores. Las combinaciones son múltiples. ¿Qué devolución se espera, entonces, de aquel al que se considera un par? ¿En qué punto se rompe el contrato afectivo si la crítica va en contra de la propia percepción del trabajo realizado? ¿Qué se esconde detrás del reclamo de objetividad?

Desvirtuado por algunos de los vicios innecesarios de las redes sociales, el debate en cuestión cobró en Facebook un tono muy alejado del eje. En una ciudad donde la crítica no abunda, discutir su rol abriría el camino para la aparición de nuevas voces. Ya sea desde un marco teórico o a través de la práctica implícita en el ejercicio artístico; mediante el vuelo poético o el legajo enciclopédico, la crítica debería aportar además a la formación de auditorios críticos. Quizás, así, aquello del exigente público rosarino pueda cobrar autenticidad y dejar de ser lo que es: una celebrada demagogia de los visitantes de turno.

Desde Rosario/12 se brinda un lugar de privilegio a las producciones de la ciudad y la región. Comparativamente menor al que disponen otros medios, el espacio destinado a la cultura contempla además un gran porcentaje de artículos críticos. Julio Cejas, Emilio Bellon, Leandro Arteaga, Beatriz Vignoli, Marisol Gentile o quien aquí escribe aportan su visión sobre áreas específicas del arte. Difícilmente podría establecerse un único patrón en relación a la mirada y abordaje que cada cronista realiza en su rubro. Los criterios son tan libres como personales. Las deliberaciones éticas y estéticas no están vinculadas con pautas editoriales.

Ahora bien, ¿el ámbito cultural de la ciudad otorga un contexto para la discusión sobre el rol del crítico? ¿Existe un público consumidor de esa crítica? Y, en todo caso, ¿debe el crítico ser quien responda a parámetros éticos que no son justamente los que predominan en el periodismo argentino? ¿Es saludable restringir los debates éticos a un único sector de la prensa?

Para este cronista, las preguntas son mayores (en cantidad y complejidad) que las propias certezas. En todo caso, los límites son primero los que cada uno decida imponerse. El margen de acción, aquel que cada autor defina según su criterio y comodidad. Siempre que la honestidad prime por sobre los intereses. Siempre que la subjetividad (inevitable y necesaria en toda evaluación crítica) pueda sustentarse en fundamentos sólidos. De encontrar un marco adecuado para llevarlo a cabo, un debate amplio, respetuoso, crítico y colectivo será el que evite caer en obsoletas discusiones sobre héroes y villanos.

* Editor de Cultura y Espectáculos de Rosario/12.


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-28048-2011-03-30.html

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