EN SU PRIMER VIAJE AL EXTERIOR, LA MANDATARIA DE BRASIL FUE RECIBIDA EN LA CASA ROSADA POR CRISTINA FERNANDEZ
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Las imágenes acababan de mostrarlas mirando juntas las pinturas del Salón de las Mujeres. Cristina Fernández se las iba presentando a Dilma Rousseff, mientras el mundo de los funcionarios seguía a sus costados suscribiendo y formalizando parte de los catorce acuerdos binacionales firmados en la Casa Rosada. Habían estado reunidas a solas durante una larguísima e inusual hora y media y poco más tarde –luego del encuentro breve pero establecido simbólicamente como un tiempo de detención en ese primer raid de la mandataria brasileña a la Argentina–, ambas jefas de Estado entraron en el Salón de los Pensadores del Bicentenario para hacer una declaración conjunta a la prensa. La jefa de Estado argentino habló del “altísimo honor” de tener a la presidenta de Brasil en su primera salida al exterior. Y dijo que si hasta ahora Brasil y la Argentina estaban unidas, “a partir de ahora lo estarán más aún”. Las dos plantearon profundizar una relación estratégica y Rousseff se refirió especialmente a esa alianza, pero para potenciar en el siglo XXI el desarrollo latinoamericano. Un desa-rrollo que ambas marcaron no sólo anclado a la economía, sino a las políticas de inclusión. Estuvieron presentes la Unasur y un homenaje a Néstor Kirchner. Cuando se saludaron, y mientras se oían aplausos, Cristina se acercó a su “amiga y compañera”, como la llamó, para agradecerle íntimamente ese gesto al ex presidente.
Los alrededores del salón donde iban a presentarse las mandatarias a la prensa estaban repletos de periodistas de las agencias internacionales, y especialmente de una populosa delegación de brasileños. Desde la Secretaría de Derechos Humanos de Nación les entregaron delicadamente, pero desde temprano, una carpetita organizada a pedido de la Presidenta, con los datos, estadísticas y sobre todo las explicaciones de cómo se avanzó en cada extremo del país con los juicios a los responsables de los crímenes de la última dictadura militar. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, ya había advertido horas antes, en vísperas de la reunión con Rou-sseff, que la mandataria venía a relevar información, y que para Brasil los responsables de las dictaduras siguen siendo un tema pendiente (ver aparte).
A la una de la tarde, los rumores decían que las cosas iban tan bien entre las dos jefas de Estado que todo se había extendido y hasta se escuchó algún temor en ceremonial ante la posibilidad de que se incluyeran más programas. El encuentro privado entre las dos mujeres, que debía durar poco más de media hora, se extendió a una hora y media. Y a partir de allí, todo se prolongó. A las tres de la tarde, Rousseff se paró en la tarima del Salón de los Pensadores frente a la prensa y coronada desde las sombras por las imágenes de Leopoldo Lugones, María Elena Walsh y Arturo Jauretche. Cristina quedó a su lado, ante el poderoso retrato de Rodolfo Walsh.
“Y muy bienvenida a usted, señora Presidenta de la República Federativa del Brasil”, dijo la presidenta antes de nombrarla “amiga y compañera Dilma Rousseff”. CFK explicó que esa bienvenida significaba que “nuestro pueblo y este Gobierno dan un valor muy especial a este gesto que habla de la importancia que Brasil asigna a la Argentina y la importancia que Argentina asigna a Brasil al tomar la decisión de que su primera visita al extranjero fuera aquí, a nuestro país”. Y allí habló de quienes empujaron ese acercamiento: “Para nosotros es un altísimo honor y la reafirmación de un compromiso que iniciaron otros presidentes que nos precedieron, en el caso de quien les habla el presidente Kirchner, y en el caso suyo el presidente Inácio Lula da Silva, dos hombres que revirtieron históricamente lo que era una permanente inconveniencia entre ambos países, reorganizaron el Mercosur y fundamentalmente constituyeron por primera vez una relación absolutamente diferente”.
De esa relación y de lo que será habían hablado “extensamente” en privado. Y lo subrayaron después, como lo había hecho Rousseff en un encuentro previo con periodistas argentinos. Una relación que –dijo Cristina– “debe significar la profundización de la integración productiva”. En ese contexto deberían leerse parte de los protocolos firmados como el de integración y cooperación nuclear; de cooperación espacial, de energías renovables, en materia de TV digital y viviendas (ver aparte).
Ambas, cada una a su tiempo, marcaron en la proyección de futuro una posición política. CFK dijo que el trabajo excederá la única vía económica, para convertirse además en un camino de articulación política, social y humana. “Las dos sabemos que el crecimiento económico y la soberanía tienen como protagonistas la inclusión social, que llegue a todos: si algo nos caracteriza a ambas es saber que el crecimiento económico solamente es bueno si llega a todos.” Cristina le agradeció el “maravilloso gesto” de entrevistarse con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Y mencionó a Rousseff como sujeto comprometido con “lo que ha sido la historia de nuestros países y nuestros continentes de América del Sur”. Dilma Rousseff, después de algunos saludos, la llamó “mi querida presidenta Cristina Kirchner”. Y a continuación pareció cargarse en las espaldas la historia. “Y no es casualidad que mi primer contacto con un país sea Argentina –arrancó–: yo considero que Argentina y Brasil son cruciales para que podamos transformar este siglo XXI en el siglo de América latina; y para transformar este siglo en un siglo de América latina estoy hablando necesariamente de transformar a Brasil y Argentina, que tienen un papel estratégico en la región, son los mayores países y representan un gran potencial de desarrollo para América latina”.
Allí habló de la sensatez y coraje de los ex presidentes, que entendieron que el mundo había cambiado y que había que articular crecimiento económico con la reafirmación de la inclusión social y de la soberanía. Estos países a los que definió con grandes potenciales de “creatividad”, deberán potenciar no sólo el Mercosur sino la Unasur, “instrumento que debe servir para consolidar la unidad de América del Sur”. En ese contexto, se abrió un espacio para hacerle un homenaje a “ese gran argentino”, el ex presidente Néstor Kirchner, no sólo como presidente argentino, dijo, sino como representante de la Unasur.
Dilma Rousseff enumeró detalladamente los potenciales de desarrollo que se abren con los proyectos de cooperación firmados como plataformas productivas, en el área de biotecnología, nuclear. Y aludió al papel que le tocará a la presidenta argentina en el G-77, en especial en cuanto a la política de los dos gobiernos de “combatir el proteccionismo de los países más ricos”.
Ambas se saben mujeres, y se autodefinieron desde ese universo. Cristina dijo más tarde que ni las feministas habrían soñado tener dos presidentas así. Rousseff, en cambio, dijo que eran las dos primeras mujeres elegidas por el voto directo del pueblo, asumió un compromiso de apertura en las estructuras en ese camino. Y dijo: “El nivel de avance de una sociedad se puede medir por el grado de participación de la mujer”.
Y ahí estaban. Las dos mujeres presidiendo a las dos naciones más grandes del continente, como se dijeron ellas orgullosas sin ningún tipo de pudores. A esa altura, Cristina se conmovió: “Estamos un poco emocionadas porque es la primera vez –dijo Rousseff–. Por favor, sepan entenderlo”. Dio las gracias, y salió.
Poco después se fueron al almuerzo de agasajo en el Palacio San Martín.
El canciller Héctor Timerman encontró un modo de definir lo que sucedió durante esas horas: “Todo esto significó de algún modo –dijo– una presentación conjunta frente al mundo”. La reunión entre las presidentas duró casi dos horas, dijo, pero lo que hablaron sólo ellas lo saben, porque fue un encuentro a solas. “Fue una reunión muy positiva, porque se firmaron acuerdos que van a impulsar de una manera muy dinámica la continuación de la construcción de esta alianza estratégica que tiene Argentina con Brasil, que en los últimos años ha cobrado un gran impulso.”
Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-161523-2011-02-01.html
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