OPINION


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Salieron juntas al balcón de la Casa Rosada. Cristina le explicó a Dilma que desde ese lugar hablaba Juan Perón. Se rió y le contó que ella y Néstor Kirchner, como antes miles de argentinos en los primeros dos gobiernos del General, estaban abajo, escuchando. Dilma pareció divertida por la situación, que compartieron los cancilleres Antonio Patriota y Héctor Timerman y varias madres y abuelas de Plaza de Mayo.

La presidenta brasileña, que había pedido el encuentro con Madres y Abuelas, se mostró cariñosa con ellas. En un momento les dijo:

–La lucha de sus hijos tuvo sentido.

Y como fundamento nombró a los gobiernos de la región, incluido el brasileño desde Luiz Inácio Lula da Silva, proceso que ella continúa, y el de Néstor Kirchner desde el 25 de mayo de 2003, que sigue Cristina desde el 10 de diciembre de 2007.

Después Dilma y Cristina se encerraron a conversar y estuvieron casi dos horas a solas. La buena química entre ellas, según funcionarios argentinos y brasileños, prolongó su reunión, postergó el inicio de la comida en el Palacio San Martín e hizo que el lomo al Malbec se sirviera poco antes de la hora del té.

En los discursos, el aplauso más grande lo cosechó Néstor Kirchner. Dilma Rousseff lo mencionó como “compañero, amigo, líder y hombre de acción” y conmovió a buena parte de los 300 invitados.

Antes, Dilma y Cristina alcanzaron a decir sus discursos.

Dilma llamó a Cristina primero “amiga”. Después, después “amiga y compañera”. Reivindicó el papel de Néstor Kirchner en Unasur, recordó la idea brasileña de que la asociación con la Argentina será “estratégica” y dijo que imagina una articulación entre dos países que tienen “agricultura profesionalizada y productiva”, energía y la posibilidad de cooperar en ciencia y tecnología. Como ejemplo insistió en la idea de contabilizar mutuamente el material nuclear –un proceso de construcción de confianza que comenzó en 1985 con Raúl Alfonsín– y avanzó al mencionar uno de los 14 acuerdos firmados ayer: el que signaron la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Comisión Nacional de Energía Nuclear de Brasil para construir reactores nucleares multipropósito de investigación y 30 mw de potencia.

En sintonía, Cristina dijo que “sabemos (porque Dilma también lo sabe) que la ciencia y la tecnología garantizarán mayor desarrollo”. La Presidenta subrayó que la relación más estrecha con Brasil es parte de un “proyecto colectivo”. Bromeó sobre el hecho de dos mujeres presidentas (“Dilma sabe mucho y no voy a darle consejos, pero ya le voy a ir contando algunas cosas”) y dijo: “Somos dos mujeres, pero somos representantes de dos países que tienen un proyecto colectivo”. Explicó que “cuanto más se tiene o más arriba se está las responsabilidades son mayores”, describió un mundo cambiado si se lo compara con el de 2008 y ejemplificó los cambios con ella misma. “Quien diría que terminaría aquí cuando me echaron del bloque del Senado...”, una alusión a sus antiguos choques con el menemismo.

Entre los convenios que destacó Cristina figuró el que crea el Foro de Empresarios Argentina-Brasil, con miembros del sector público y del sector privado. La edición de ayer del diario brasileño Valor Económico informó que desde 2002 las empresas de Brasil radicadas en la Argentina pasaron de 60 a 250, según la consultora Abeceb. Por la decisión de Vale de explotar clorato de potasio en Mendoza y la compra del Patagonia por parte del Banco do Brasil, los capitales vecinos terminaron primeros en el ranking de inversiones anunciadas en 2010, con 5300 millones de dólares, seguidos de China por la compra de Pan American Energy en cinco mil millones.

De los ejemplos que cuenta Valor, los puntos en contra para las empresas serían la inflación y los reajustes salariales. Pero inclinan la balanza los puntos a favor: menos imposición tributaria, acero más barato y peso argentino menos fuerte que el real en relación con el dólar.

Algunas de esas empresas, como la fabricante de baterías Moura, de Pernambuco, tenían tantos problemas para exportar a la Argentina que terminaron radicándose en Pilar.

Randon, desde Rosario, desde 2010 no tiene capacidad ociosa y vende cajas de semirremolques basculantes no solo a Uruguay, Chile y Paraguay, sino a su propio país de origen. También agregó remolques y cajas para granos y carga general.

Además de la integración productiva privada que impulsa el tablero del mercado regional, como en estos casos, Brasil ya anunció que se propone abrir a la Argentina la provisión de insumos y servicios para la explotación del pré-sal, el conjunto de nuevos descubrimientos petroleros situados hasta distancias de 7 kilómetros de profundidad debajo de capas de sal dura de hasta dos mil metros.

“Pasaremos del criterio del contenido nacional al del contenido regional, y eso es lo que vamos a aplicar con la Argentina”, dijo Dilma Rousseff en un reportaje con periodistas argentinas que Página/12 publicó el domingo último.

Fue, de hecho, un anuncio de abandonar la restricción del “compre nacional”, como lo llamaría aquí el economista Aldo Ferrer. Era un viejo reclamo de empresas argentinas, que quieren ser parte de la expansión brasileña focalizada en las nuevas obras de infraestructura y en la ampliación del mercado de consumo mediante la incorporación de 37 millones de pobres a una nueva clase media baja.

Además de la colaboración en el pré-sal, que no alcanzó a figurar entre los convenios pero sí fue formulado por Dilma, los empresarios medianos y grandes de la Argentina están interesados en acuerdos como el que firmaron ayer el Ministerio de Planificación Federal y la Caixa Económica Federal de Brasil para proyectos de desarrollo económico local y fronterizo, el aumento de la infraestructura urbana, la producción de viviendas para los sectores menos favorecidos y la estructuración de programas sociales.

También figura entre las estrellas de ayer el objetivo de un plan conjunto para avanzar en la cooperación bilateral para masificar el acceso a internet de banda ancha que debería aplicarse entre el 2011 y el 2015. El objetivo sería “el desarrollo digital inclusivo para la población de la Argentina y Brasil”.

Dilma y Cristina dijeron varias veces que continuarían la relación que diseñaron Lula y Kirchner. Esa relación comenzó muy bien en el 2003, cuando ambos iniciaban sus períodos, se empantanó en el 2004 y avanzó hacia una sintonía muy fina cuando Brasil y la Argentina se opusieron a la formación del ALCA y cuando ayudaron, juntos, a resolver una de las crisis más graves de Bolivia.

Si fuera por el buen humor que traslucieron ayer las presidentas, no parece que ese camino vaya a cambiar. Por lo pronto, Dilma cumplió su primera promesa. Debutó en el exterior viniendo a Buenos Aires a 30 días de haber asumido el mandato de cuatro años.

martin.granovsky@gmail.com


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-161524-2011-02-01.html

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