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Los jesuitas más viejos comentaban que cuando Bergoglio se ordenó hubo una banda de rock, con guitarra eléctrica, batería y saxo. Pero como provincial eliminó los nuevos cantos litúrgicos, los coros de laicos. Sólo permitía cantar “Los Cielos, la Tierra y el mismo Jehová”, o el Himno del Congreso Eucarístico de 1934, evoca Mom Debussy. La ruptura entre ambos, que habían sido íntimos amigos, se produjo por lo que el ex sacerdote llama la regresión tridentina de Bergoglio. “Empezó a usar sotana, cosa que nadie hacía salvo algún viejo, y a retomar liturgias previas al Concilio Vaticano II. En la facultad no estudiábamos a los filósofos posmodernos. Muy poco a Nietzsche, Kierkegaard, Heidegger, Merleau Ponty, nada de Sartre, Foucault, Spinoza o Marx. A los estudiantes nos hacía leer laudes en el coro, cosa que San Ignacio no aceptaba. La estola, de terciopelo o bordada en oro, se la colocaba cruzada, como antes del Concilio. Usaba las más suntuosas cuando celebraba en los barrios, porque decía que al pueblo le gustaba ver a Evita como una reina”.


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/144966-46535-2010-05-02.html

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