LA HOMILIA DE BERGOGLIO EN LA MISA CRISMAL EN LA CATEDRAL METROPOLITANA

El cardenal dijo que “nuestro pueblo fiel está cansado de un mundo que agrede, que enfrenta a hermanos contra hermanos, que destruye y calumnia”. Recordó a los soldados caídos en Malvinas y advirtió sobre “el asedio a la fe”.

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Aunque no se refirió a nadie en particular, todos supusieron que se trataba de otra diatriba dirigida contra el gobierno nacional. El cardenal Jorge Bergoglio afirmó que “nuestro pueblo fiel está cansado de un mundo que agrede, que enfrenta a hermanos contra hermanos, que destruye y calumnia. Nuestro pueblo no quiere sacerdotes crispados”. También recordó a los soldados caídos en la guerra de Malvinas y aludió a los recientes casos de abusos sexuales que salpican al papa Benedicto XVI cuando habló de un “asedio a la fe”.

Hace dos semanas, Bergoglio se reunió con la presidenta Cristina Fernández. En el encuentro, del que participó también el resto de la cúpula católica, le entregaron a la Presidenta el documento de la Conferencia Episcopal sobre el Bicentenario. En la declaración, los prelados ya habían pedido “superar el estado de confrontación permanente” y habían demandado “diálogo y actitudes de grandeza”. Los obispos no se privaron tampoco de señalar “la preocupación de la Iglesia por la deficiente calidad institucional, que afecta las condiciones de vida de la gente, especialmente de los más pobres”. En el mismo día, tuvieron también un encuentro con el vicepresidente y líder opositor, Julio Cobos. En los días siguientes, llevaron su mensaje a los ministros de la Corte Suprema y al titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Fellner.

En la misma línea del documento, Bergoglio sostuvo ayer en la Misa Crismal en la Catedral metropolitana que el pueblo “está cansado”. Consideró que la crispación “viene de pretender controlar el propio poder. Precisamente lo contrario del saberse conducido, propio del buen pastor”. “Nuestro pueblo fiel pide paciencia y mansedumbre”, interpretó y reclamó seguir el ejemplo de los apóstoles, de un “sacerdocio santo, ajeno a todo cansancio malo, a toda agresión y a toda crispación”.

“El diálogo es una cosa que nos hace bien a todos, aunque el diálogo es difícil porque presupone ponerse en el lugar del otro y dar pequeños pasos de un lado hacia el otro por el encuentro. Todo diálogo tiene que configurar un encuentro. Debemos fomentar la cultura del encuentro frente a todo tipo de desencuentro en todos lados”, indicó.

Luego, en una improvisada conferencia de prensa, aclaró que el mensaje iba dirigido “a todos”, y no sólo a los dirigentes políticos. El arzobispo esquivó las preguntas de los periodistas sobre el estado de la relación entre la Iglesia con el Gobierno: “Esas cosas no las sé calibrar”, se excusó. Bergoglio también se refirió a los caídos en la guerra de Malvinas, a los que ensalzó como quienes “regaron con su sangre el suelo argentino”. “No perdamos el recuerdo. En el encuentro la reconciliación es justa; las Malvinas son nuestras”, advirtió. En una alusión a los casos de abusos sexuales que sacuden a la Iglesia, consideró que la comunidad católica “necesita de Dios, de manera especial en estos tiempos de tanto asedio a la fe”.

El cardenal visitó por la tarde la Unidad Penal 20, que está dentro del Hospital Borda, donde durante unos 40 minutos hizo el tradicional lavado de pies a doce presos inimputables. Para esa ceremonia, los detenidos –algunos declarados inimputables por la Justicia, otros que se volvieron inimputables en la cárcel y otros condenados con problemas psicóticos– fueron preparados durante dos meses con explicaciones del Servicio Penitenciario sobre el significado de la liturgia. En un comunicado, el arzobispado indicó que el rito “nos enseña la actitud que debemos tener hacia los más desprotegidos del Pueblo de Dios”.


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-143114-2010-04-02.html

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