OPINION
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Después de haber estado aparentemente distanciados debido a acuerdos que el gobierno nacional no puede sostener con la UIA, los representantes del poder real se encontraron y acordaron pactos para consensuar un frente común en la pelea por imponer de nuevo las reglas más duras del neoliberalismo. Estas son el congelamiento salarial, el mercado libre y la intervención cero por parte del Estado. Para “lograr poner fin a la confiscación de la renta”, como dijo el dirigente que más coincide con Eduardo Buzzi dentro de la Mesa de Enlace, Hugo Biolcati, en el Coloquio Anual de IDEA. Lugar donde el también ahora amigo del presidente de la Federación Agraria Argentina, Gustavo Grobocopatel, reclamó “calidad institucional”.
Podríamos así desgranar otros dichos vertidos en tan distinguido encuentro, como lo afirmado por el armador Eduardo Duhalde, calificando a los gobiernos de Carlos Saúl Menem y Raúl Alfonsín como hegemónicos, apenas, y de extorsivo al actual. Pero para no extendernos sobre los dichos allí expresados, lo que queda como resolución destacable, por lo menos en lo que al sector agrario se refiere, es el acuerdo alcanzado por Hugo Biolcati y Héctor Méndez de empezar a caminar juntos. Juntos, la Mesa de Enlace y la Unión Industrial Argentina, en pos de constituir un férreo acuerdo del poder económico real, representativo, “del campo y la ciudad”. Dicho acuerdo probablemente se plasmará en la Conferencia Anual que la UIA comenzó ayer en Pilar.
Se podría inferir que el poder económico más concentrado de la Argentina, en el camino de la construcción de representatividad política, ha ido desgastando algunas construcciones de institucionalidad, como la Mesa de Enlace. A ésta ya muy pocos le creen. Tampoco se cree sobre la zozobra de los “productores sojeros y sus pérdidas” de cara a la próxima cosecha, que se pronostica record tanto en rendimientos en quintales por hectárea como en el precio por tonelada. Dichas circunstancias hacen que el verdadero líder de dicha construcción unitaria sea Hugo Biolcati y su obsecuente seguidor federado Eduardo Buzzi, quien imprimió la célebre frase de que dicha Mesa llegó para quedarse. Ambos están buscando una nueva vuelta de tuerca en el posicionamiento de un fuerte frente opositor de derecha, que les ofrezca letra y respaldo a los agro-legisladores e industria–legisladores que asumen el 10 de diciembre próximo, en el camino de la restauración conservadora.
El flamante ministro de Agricultura, Julián Domínguez, intenta contener los embates del sector con espíritu conciliador. Al mismo tiempo nos brinda señales a las organizaciones de agricultores familiares, campesinos, pueblos originarios y pequeños productores, tratando de integrar a todos en el proyecto de desarrollo de un “plan agroalimentario nacional”. Sin advertir que esa iniciativa, en un punto, va a tener fuertes inconvenientes, dado que para desarrollar dicho plan va a haber que afectar los intereses de los agronegocios para poder favorecer a los pequeños, y así profundizar el camino de los cambios estructurales en el agro argentino. Sin duda está llegando la hora de hablar del ordenamiento territorial, del cambio gradual y progresivo del modelo productivo hegemónico por uno que tenga en cuenta al hombre y al medio ambiente. Así como también debatir sobre la tenencia de la tierra en nuestro país, como lo están haciendo países hermanos de América latina, como Ecuador, Bolivia y Venezuela, que han incluido en sus constituciones la reforma agraria.
* Coordinador del Movimiento Campesino Liberación, corriente interna de la Federación Agraria Argentina.
Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/subnotas/136241-43891-2009-12-01.html
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