LA PRESIDENTA EVALUO LOS COMICIOS Y ADELANTO COMO PLANEA SEGUIR
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Luego de que Néstor Kirchner asumiera responsabilidades por el resultado electoral y diera un paso al costado en el PJ, la presidenta Cristina Kirchner ofreció una conferencia de prensa para mostrar su visión de los comicios. Así, sostuvo que aunque reconocía la importancia de la derrota en la provincia de Buenos Aires el oficialismo había ganado la elección a nivel nacional con el 31 por ciento de los votos, que por lo tanto no veía necesario realizar más cambios de gabinete que el obligado de ayer por la renuncia de Graciela Ocaña, ni tampoco realizar modificaciones al cuestionado Indec. “Es interesante analizar esto y reflejar los números de igual manera para la oposición y para el oficialismo”, reflexionó. Según su visión, el oficialismo tampoco pierde tantos legisladores como se creía porque sumaba a algunos potenciales aliados, entre los que incluyó a los diputados que ingresarán con Pino Solanas, que luego refutó esta afirmación. La Presidenta admitió que gobernar ahora “va a exigir de parte de todos ejercicios de consenso para lograr la gobernabilidad”.
La Presidenta ingresó en el Salón Sur de la Casa Rosada junto al jefe de Gabinete, Sergio Massa, y al ministro del Interior, Florencio Randazzo, que se quedaron a su lado en silencio cual guardaespaldas, salvo para aclarle algún número en voz baja. Cristina Kirchner llegó directamente desde Olivos y llevó con ella unos papeles: antes de que comenzaran las preguntas de los periodistas leyó las cifras de la elección, que, se notó, era lo que ansiaba transmitir.
“La provincia de Buenos Aires es muy importante, pero vivimos en la República Argentina y se celebraron elecciones en todo el país”, remarcó. “Los votos que apoyaron listas oficialistas fueron 5.987.961, lo cual significa el 31,03 por ciento de los votos emitidos”, detalló, sumando aliados al Gobierno. En el segundo lugar ubicó la suma de la Coalición Cívica, la UCR, al “cobismo”, al “juecismo”, a Hermes Binner y los socialistas opositores, lo que le dio un total de 5.549.747 votos, el 29 por ciento. En la tercera ubicación dejó al PRO y cuarto al peronismo disidente.
La Presidenta adoptó entonces el raro papel de analista política. Comentó que de acuerdo con este resultado, la Argentina había mutado de muchos años de bipartidismo hacia un “tripartidismo”, acercándose a modelos europeos y mencionó que desde 1983 los gobiernos nacionales siempre habían perdido el segundo turno electoral.
El Gobierno había urdido la estrategia del “día después” en Olivos. Kirchner, al fin el candidato en la provincia, asumiría los costos políticos por el resultado mientras que la Presidenta se ocuparía de resaltar la cosecha obtenida a nivel nacional como manera de fortalecer su gobierno, que emergió debilitado del test electoral. Cristina Kirchner admitió pocos cambios como consecuencia del resultado. En general, no dio señales de autocrítica y en cambio sí criticó algunas preguntas que le formularon.
Del Senado sostuvo que los representantes del oficialismo habían pasado de 37 a 35. En Diputados, de 115 legisladores propios y 22 aliados, a 107 diputados propios y 27 posibles aliados. Aquí colocó a los cuatro representantes de Proyecto Sur porque, explicaban en la Casa Rosada, criticaban al Gobierno por izquierda pidiendo que estatizara más cosas, por lo que había que imaginar que acompañarían varios proyectos del kirchnerismo. Pino Solanas luego descartó esta lectura (ver página 9).
Las preguntas fueron nueve, divididas en tres para medios nacionales, tres para los del interior y tres para agencias internacionales. En la primera le pidieron su lectura a propósito del 46 por ciento que ella había obtenido en 2007 en la provincia de Buenos Aires y el 13 por ciento menos que había obtenido el domingo la lista de Kirchner. También de la llamativa derrota del oficialismo en Santa Cruz después de 20 años.
La Presidenta respondió trasladándole la pregunta a Mauricio Macri porque él había llegado al gobierno porteño con el 60 por ciento –en verdad obtuvo esa cifra en el ballottage– y Gabriela Michetti sacó el domingo un porcentaje aún más bajo que el de Kirchner en la provincia. “Nosotros llevamos seis años de gestión, y eso implica un desgaste”, se diferenció. Respecto de Santa Cruz, también se lo adjudicó a problemas de gestión en la provincia y a la menor cantidad de visitas que ella había realizado este año. “Pero en El Calafate ganamos con el 60 por ciento”, se alegró. Allí los Kirchner pasan los fines de semana.
“No veo que por el resultado de estas elecciones tenga que hacer algún cambio de gabinete”, respondió luego, argumentando que no pensaba que la gente hubiera votado en contra de la política de ningún ministro. Con todo, en la Casa Rosada ayer continuaban las versiones sobre posibles cambios en el elenco ministerial, dando como de salida a Massa y a Carlos Fernández, mientras que Randazzo, Débora Giorgi, el diputado Agustín Rossi y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, aparecían como quienes pasarían a ocupar cargos de mayor relevancia.
La Presidenta sostuvo que confiaba mucho “en lo que se ha dicho, que todos van a aportar a la gobernabilidad”. “Cuando uno no tiene mayoría, construir consensos también depende de las otras partes y como en todo Parlamento, se deberá negociar”, concluyó. Terminada la última pregunta, la Presidenta salió, rápido, junto a Massa y Randazzo por una puerta lateral. Sólo el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, quedó atrapado en el gentío y no le quedó otra que responder algunas preguntas. Ni hacía falta, sus argumentos calcaban los de la Presidenta.
Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-127492-2009-06-30.html
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