OPINION
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Hace cien años, el 1º de mayo de 1909, algunos miles de manifestantes obreros, sobre todo anarquistas, se concentraron en la plaza Lorea para conmemorar el Día del Trabajo. Era una soleada tarde de sábado. Cuando la multitud se retiraba, la policía montada cargó contra ella y disparó a la espalda de aquellos hombres y mujeres. Hubo ocho muertos y 40 heridos, algunos muy graves, que murieron en los días siguientes. El coronel Ramón Falcón, jefe de policía, estaba a pocos metros de allí y dio personalmente la orden de la masacre.
Ninguno de los asesinos sufrió ninguna sanción, a pesar de que el Partido Socialista, en otro acto celebrado ese mismo día, pocas horas después, lanzó una huelga general en repudio a “la masacre proletaria, exigiendo la renuncia del jefe de policía, coronel Falcón, reclamando la instrucción de un sumario y el castigo de los culpables”. Durante ocho días, 300.000 trabajadores mantuvieron la huelga. El gobierno de José Figueroa Alcorta, consecuente con su política represiva, declaró el estado de sitio, mandó ocupar la ciudad con 5000 efectivos del Ejército y mantuvo a sus esbirros en la más completa impunidad. Esa era la Argentina del Centenario para la clase trabajadora.
Para la oligarquía que entonces gobernaba, y que ya ensayaba los fastos con que se autocelebraría en 1910, en cambio, era el país “de los ganados y las mieses”, el paraíso agrario de los terratenientes que cantó Leopoldo Lugones, y que muchos proponen aún hoy como la imagen de la Patria misma, de los rentistas rurales, empeñados en resistir cualquier redistribución de la riqueza a favor de los pobres y de los marginados.
Mucha sangre de trabajadores ha corrido desde entonces en la Argentina. Tal vez baste con citar, en una nómina incompleta, la Semana Trágica de 1919, las huelgas de la Patagonia en 1921 y 1922, el bombardeo de Plaza de Mayo en 1955, la matanza sistemática de la última dictadura, los asesinatos de Maximiliano Kosteki y de Darío Santillán, ejecutados hace apenas siete años. En todos los casos, detrás de los que hacían fuego estaban los nostálgicos de esa época en la que los herederos de las familias privilegiadas tiraban manteca al techo en París y se acuñaba en el mundo la frase “rico como un argentino”, mientras los hijos de la clase obrera eran fusilados en una plaza de Buenos Aires.
Hoy, a un año de que se celebre el Bicentenario, con cada mínimo avance hacia una sociedad que no tolere la impunidad de los terroristas de Estado, que haga de la igualdad el más preciado de sus valores, que enfrente los abusos del poder económico, que proteja el trabajo, aumenta el odio de clase de los que no están dispuestos a admitir la menor limitación de sus privilegios. El centésimo aniversario de la masacre de plaza Lorea es un buen motivo para que cada uno reflexione acerca de qué país quiere que en 2010 festeje los doscientos años que habrán transcurrido desde la Revolución de Mayo.
* Ex secretario general del Partido Socialista (PS) y ex diputado socialista. Actual secretario de Relaciones Parlamentarias del gobierno nacional.
Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-124233-2009-05-02.html
2 de mayo de 2009, 8:53
Pero que tiene que ver la oligarquia del 1900 con el productor agropecuario de hoy? Ni siquiera tienen representantes en el gobierno. ¡¡Las cosas cambiaron muchisimo!!
Hoy no existe ningún odio de clase...el dueño y/o trabajador del campo no quiere perder su sustento!! Esta peleando por su dignidad. Por poder seguir trabajando como sus abuelos, sus padres y que sus hijos y nietos puedan continuar haciendolo!!
Es increíble la forma de engañar o mentir a la población con este cuento de la oligarquia.
No estamos en el 1900. Estamos en el 2009. Mas de 100 años.
Buscan enemigos que no existen, y estan dejando sin futuro a todo un sector de la argentina productiva!!! Aparte que estan saqueando el bolsillo del interior del país, está quedando un pobrerío en todos los niveles porque se detuvieron las fábricas de todo lo que te imagines. Hasta comida se vende menos.
Quisiera que la población de la capital del país pudiera conocer todo el interior, no sólo 200 o 300 kilómetros cerca de la capital donde están las mejores tierras del país. En el resto de la patria agropecuaria, este gobierno instaló una malaria económica desesperante!!
No crean que porque no se hacen cortes de ruta los problemas desaparecieron. La población del interior está desesperanzada con estos politicos, por eso no protesta.
Y, si...ojala la solución pase por las elecciones...aunque hasta eso es dudoso.
2 de mayo de 2009, 9:12
Oscar González, salí de la biblioteca y camina un poco el país. Estas totalmente desubicado!
3 de mayo de 2009, 7:53
Muchachos hay que sosegar un poco el odio visceral y ciego y leer las notas: este es otro González no el de la biblioteca...