EL EROTISMO Y LOS LIMITES


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No se trata de convocar a censuras insensatas o hipócritas, sino de respetar el deseo de nuestros hijos, pero también nuestros propios criterios para evitar caer, sin darnos cuenta, en empujarlos a un aparente disfrute para el que no están preparados y que el contexto social suele estimular. Cuando las imágenes en las pantallas y el lenguaje cotidiano muestran que la inhibición parece cuestión del pasado, queda en las sombras el pánico que ese mismo mensaje genera. “No te quedes con las ganas de nada”, dice el comercial de un producto de primera marca resumiendo la ideología de la época. Pero se termina con “ganas de nada”.

La reacción contra un autoritarismo extremo que pesaba en su propia infancia hizo que los padres de hoy en día favorecieran una ausencia de censura e imaginaran como felicidad, para sus hijos, una vida sin restricciones, poder disfrutar de una libertad total. El mensaje, más o menos explícito, apunta a que es penoso y erróneo sentir restricciones, que es imperioso evitar situaciones angustiosas, que es preciso buscar la diversión y la fiesta.

La consecuencia impensada es un debilitamiento de la imagen paterna que deja con frecuencia a los hijos en soledad y desorientación; sin límites claros a los que oponerse, aparece la apatía. Es que la identidad y la fuerza de los deseos se va construyendo en relación a una oposición, a un contrapunto con fuerzas que tratan de detener o torcer el impulso erótico, y, cuando “todo vale”, no siempre surge el descontrol sino el desgano.

Es la prohibición, el tener que luchar o trabajar por lo que se desea, lo que estimula y fortalece. Cuanto menos accesible permanece lo anhelado, incluso el ser amado, aumenta su valor. En cambio, cuando todo está ofrecido y a la vista, el efecto suele ser la deserotización.

El límite es lo que permite atreverse a desear y a satisfacerse porque habrá un freno que proteja; sólo es posible entregarse al placer cuando existe la confianza en que la intimidad propia quedará protegida. Cuando esto no sucede, los límites pueden surgir de adentro, a veces bajo la forma de pérdida de interés.

* Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-124123-2009-04-30.html

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