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El mal dormido anhela un destierro no tan cruel del reino del buen sueño pero Su Majestad El Insomnio, ante tamaña bobería, se vuelve filo neto. Acido sobre el ansía.

Buscar acaso le reste eternidad al tiempo en vela se dice para sí, y a esa tarea se aboca: a buscar como poseso en trance de iniciación.

Busca bajo la lente de los microscopios almas que no respondan a estímulos sensoriales.

Una manada de leprosos, pidiendo a los gritos perdón por haber intentado saber, ofician de ejecutores del anti arroró.

Un optimismo natural lo lleva a abrir el arcón verde, lleno de Billikenes heredados de su madre.

En su desvelo, desde la infinidad de rayas que el vacío impone, la infancia es una deidad hundiéndose en la arena. Todas esas ilustraciones de Lino Palacios subsumen al mal dormido en una sensación de inocencia descuartizada que lo inmoviliza.

Canillas por centurias cerradas gotean sobre una estampita conmemorativa.

Las hamacas chirrían en el nombre de un niño por la oscilación desintegrado.

Una foto ocre le da hostias a la criatura extinta.

Aferrándose a endebles argumentos arriba el mal dormido a cierta impresión vaga, como de vaho, pero constante. Fluidez corporizándose al aire. En la resurrección de las esferas se ve a sí mismo reflejado dentro de una cuneta tapizada de huevos de caracol. Un arcoíris nacarado que del barro al barro extiende su estela lo torna impermeable a la vejez.

El sol, por amor, de lava a agua se trasvasa.

Penumbras azulejas guían a los peregrinos que yendo a la circunstancia omiten la explicación.

Hurgando en el registro más ancestral de su hipófisis, entre líneas que de a ratos son curvas y de a ratos estrictas púas, busca señas que le indiquen de dónde mana su fascinación ante el gris.

Busca sed donde de sal es el agua.

En el agua dura busca coral.

En el centro de la deriva, aturdido por la fealdad, busca el mal dormido un afiche callejero que le resulte al menos un poco grato. El ideal, la edad de oro, subyace al ayer de una ciudad empapelada por publicidades diseñadas por Warhol.

O por Bern Hard.

La falta talla un verso.

El mundo es de astillas.

Las antiguas bombitas de luz se ofrendan al vacío.

Dádiva de los filamentos.

No todos los que buscan desean encontrar.

Encontró sombras saliéndole por el cuerpo.

En un recuerdo encontró tres olvidos.

Encontró tanta tristeza que rayas comenzó a pintar.


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-27873-2011-03-18.html

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