FILTRACIONES DE AGUA CONTAMINADA, PLUTONIO EN EL SUELO Y CRITICAS

Detectan agua contaminada en tres de los cuatro reactores. Hay filtraciones al exterior. El suelo alrededor de Fukushima tiene plutonio. Acusan a la empresa de silenciar la crisis. Salud teme que las lluvias contaminen el agua potable.

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Parece agua sucia nomás, pero la radiactividad que emite en una hora equivale a la dosis máxima que un hombre puede recibir en un año entero: tal es el nuevo problema que se presentó en la central nuclear de Fukushima, Japón. La aparición de agua contaminada se registró en tres de los reactores y la radiactividad más intensa se registra en uno de ellos cuyo núcleo, por la falta de refrigeración, ya está parcialmente fundido. También se detectó plutonio en el suelo, aunque, según la empresa operadora, no en niveles que representen peligro. Tanto la empresa como la autoridad regulatoria japonesa son objeto de críticas, por el manejo de la información y por haber desatendido advertencias previas sobre los riesgos de un tsunami. Y ayer el Ministerio de Salud japonés previno sobre el riesgo de que el agua de lluvia, contaminada por los vapores radiactivos, contamine a su vez el agua potable. Además un monitoreo efectuado por Greenpeace arrojó valores excesivos de radiactividad por fuera de la zona de evacuación. Según los ambientalistas, “las autoridades japonesas saben que la radiación se ha diseminado, pero no informan ni protegen a la población”.

“Encontramos agua acumulada en túneles subterráneos que desembocan en el exterior desde tres reactores. En el reactor 2 el nivel de radiactividad supera los 1000 milisieverts por hora”, anunció la empresa Tokyo Electric Power (Tepco), operadora de la central Fukushima Daiichi. El máximo admitido para trabajadores es de 200 a 250 milisieverts al año. El reactor 2 es el más dañado por la falta de refrigeración, al punto de que su núcleo está parcialmente fundido: allí la altísima radiación impedía hasta ayer los trabajos para retirar el líquido mediante bombas, y lo mismo sucedía en el reactor 3, donde se midieron 750 milisieverts por hora. En el reactor 1 también había agua contaminada pero sólo con 0,4 milisieverts, lo cual permitió iniciar el desagote.

El agua radiactiva fue detectada en instalaciones situadas a sólo 60 metros del océano Pacífico, junto a la cual se halla la planta: “Estamos verificando si pudo haber tomado contacto con el mar”, dijo el vocero de Tepco. Ayer, los niveles de iodo radiactivo en el agua del mar, junto a la central, eran 1150 veces superiores a la normal.

Es la primera vez que aparece agua radiactiva en el exterior de los edificios, pero ya se la había detectado en el interior; el jueves pasado, tres empleados recibieron excesiva radiación proveniente de agua estancada en el reactor 3: no se detectaron daños a su salud en lo inmediato, pero su probabilidad de padecer cánceres se ha tornado elevada. Tepco admitió que 19 empleados, de los 500 que trabajan en la planta, recibieron ya niveles de radiación superiores a 100 milisieverts.

En cuanto a la presencia de plutonio 238, 239 y 240, se detectó en el suelo de la central y se ignora de qué reactor proviene. Según Tepco, “la débil concentración no representa un peligro para la salud”.

Entretanto, el Ministerio de Salud de Japón requirió que las plantas de agua potable cubran sus depósitos para aislarlos de la lluvia, que podría estar contaminada con sustancias radiactivas; también prohibió la toma de agua de los ríos durante o después de las lluvias.

Si bien hace más de una semana se restableció el suministro eléctrico, los sistemas de enfriamiento siguen sin funcionar en los cuatro reactore, por lo cual continúa el paliativo de arrojar agua a presión. Jorge Navarro, experto de la Autoridad Regulatoria Nuclear de Argentina, observó que “los equipos de refrigeración pueden tener cañerías rotas u obstrucciones, que no podían detectarse mientras no había electricidad”.

Ayer el gobierno japonés criticó a Tepco, aunque sólo por una falla comunicativa: el domingo la empresa había anunciado la detección de una radiactividad diez millones de veces superior a la normal, siendo que era apenas 10.000 veces mayor:

Por otra parte, se dio a conocer que en junio de 2009, en una reunión de asesores de la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial japonesa (NISA), el sismólogo Yukinobu Okamura señaló la necesidad de adecuar las instalaciones de Fukushima Daiichi al riesgo de tsunami: un representante de Tepco desestimó la advertencia y la NISA aceptó el criterio de la empresa –en la que suelen entrar a trabajar funcionarios cuando dejan sus cargos en el Estado–. En 2002, el presidente, el vicepresidente y el director de Tepco tuvieron que renunciar, luego de que la empresa reconoció no haber informado adecuadamente a las autoridades regulatorias acerca de fallas en reactores nucleares.

La entidad Greenpeace Internacional comunicó los resultados de su monitoreo independiente de niveles de radiación en los alrededores de Fukushima: en la localidad de Iitate, a 40 kilómetros de la planta –20 más allá del área de evacuación– registró diez microsieverts por hora: “Es claramente peligroso para la población, especialmente chicos y mujeres embarazadas, que podrían recibir el máximo admitido de radiación anual en unos pocos días”, sostuvo el experto nuclear Jan van de Putte, que dirigió el monitoreo, y afirmó: “Las autoridades japonesas saben bien que la radiación llega mucho más allá de la zona de evacuación, pero no actúan para proteger o informar a la población”.

“No dimensionaron la gravedad”

Pareciera que al principio, tras el tsunami, ni siquiera los expertos más calificados discernieron la gravedad de la situación: ¿comparte esta idea? —preguntó Página/12 a Rubén Navarro, gerente de Licenciamiento y Control de Reactores de la Autoridad Regulatoria Nuclear de la Argentina.

—La situación no parecía grave en función de las herramientas habituales: si en cualquier central nuclear falla el suministro de energía eléctrica, no se tarda más de uno o dos días en resolverlo. Tampoco se sabía que el tsunami había tapado con barro y arena todas las cañerías de comunicación de la planta con el mar, de donde tomaba agua. Los japoneses mismos no pensaban la gravedad de las dificultades que se presentaron.

“Lo que juega a favor —agregó Navarro— es que desde el principio se pudieron apagar los reactores: por eso la potencia es cada vez menor y ya es impensable una explosión; el problema es la contaminación radiológica.”


Nota Original: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-165107-2011-03-29.html

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